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El divorcio de los padres puede llevar al sufrimiento de los hijos y a que les afecte emocionalmente. Sin embargo, los estudios demuestran que cuando los padres discuten, pelean o se gritan delante de los hijos, estos sufren de problemas de conducta y de socialización con más frecuencia que los hijos de padres divorciados.
En ocasiones, la relación entre los padres es tan tensa que se suceden los episodios de ataques verbales constantes e incluso físicos. El impacto para un niño de ver a sus padres peleando o intercambiando insultos puede poner en peligro su desarrollo.
El niño que está en medio de una guerra entre sus padres, ya sea por gritos o porque no se dirigen la palabra ni se comunican puede se utilizado de varias formas:
- como mensajero para transmitir información de un progenitor a otro, a veces mensajes en los que se faltan al respeto.
- ser el informante de lo que hace o deja de hacer el padre o la madre.
- se le obliga a escoger quién tiene razón o a ponerse de parte de alguno de los padres.
Todo este ambiente de tensión, malos modos y ataques constantes, tiene evidentes consecuencias sobre los hijos:
- Tienen más dificultad para establecer relaciones con los demás y tienden a exhibir comportamientos antisociales (agresividad, pelea, gritos)
- Baja tolerancia a la frustración.
- Problemas de sueño y alimentación.
- Conflicto con las figuras de autoridad de referencia como profesores, abuelos o los padres.
- Baja autoestima y confianza en uno mismo.
- Sentimiento de culpabilidad.
- Enfermedades psicosomáticas como dolores de cabeza o de estómago.
Fuente: Asociación de Magistrados Brasileños (AMB)
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